lunes, 15 de abril de 2013

Momento Cultural: Cayo Mucio Escévola


Cuenta la leyenda, que por el 510 a.C. los romanos expulsaron al último rey y comenzaron a gobernarse republicanamente (felicidades!). Sin embargo Taquino(el rey derrocado) no quería irse así nada más y gracias a sus amiguis etruscos consiguió que uno de sus reyes/generales sitiara Roma: Lars Porsena.

La situación se puso difícil, bien difícil para los habitantes de Roma (debido a la falta de alimentos y todas esas cosas que implicaba un asedio), pero ja! nadie contaba (ni etruscos ni romanos) con la astucia (y valentía) del ultra pulento (no es el chapulín): Cayo Mucio.

Lo que hizo este joven (ni idea la edad, es una leyenda, no pidan tanto detalle) luego de anunciar su intención de salvar a Roma en el senado(los honorables le dijeron algo así como "Si si claro sálvanos y después vamos juntos a matar al mismísimo Jupiter" ... mala onda) fue cruzar el Tíber por su cuenta, infiltrarse en el campamento estrusco e intentar matar al rey. Bueno, como sabrán, a veces las cosas no salen como uno quiere y "accidentalmente" confundió a un funcionario real con Porsena (en esa época no habían fotos de la gente, los sicarios tenían un trabajo duro, pobres sicarios, que triste).
En fin, después de apuñalar en el pecho al funcionario, fue capturado por los soldados enemigos y llevado frente a Porsena. El rey amenazó con quemarlo si no respondía sus preguntas(así de maloso) y al oír esto, Mucio introdujo su mano derecha a un bracero y mientras la consumía el fuego (así por decirlo suavemente(se hizo cagar la mano)) exclamó impasible esta frase para el bronce: "Poca cosa es el cuerpo, para quien sólo aspira a la gloria", chan!, seco.
Ante tal escena Porcena quedó aterrado y admirado del coraje y valor del joven romano. Mucio entonces le dijo que había docenas de jóvenes como él rodeando el campamento, conjurados para matarlo y adiestrados para afrontar el fuego o la muerte con tal de lograr su objetivo.
Tras esto el rey etrusco le perdonó la vida, lo liberó y ante el temor de enfrentarse a jóvenes tan terribles, decididos y cuáticos, retiró sus tropas y se alejó de Roma(Mucio la hizo de oro).
Como era de esperarse el joven héroe fue recibido con honores y al tener la mano derecha inutilizable, se le apodó Escévola, o Scevola(surdo en latín), en buena si, no en mala onda (no existá el trolleo).

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